Las nuevas
tecnologías de la información tienen una importante potencialidad de
cambio porque permiten acumular enormes cantidades de información, brindan la
posibilidad de transmitir dicha información en forma inmediata y permiten superar
los límites físicos y espaciales para la comunicación. La utilización de
las nuevas tecnologías ha provocado modificaciones en nuestras
categorías de tiempo y de espacio y nos ha obligado a
redefinir incluso el concepto de realidad, a partir de la posibilidad de
construir realidades “virtuales”.
Con el veloz y creciente desarrollo de tecnologías sobre soportes escritos (Internet/ chat/ telefonía celular/ electrónica y computación, etc.) se generan preguntas sobre cual va a ser el futuro del libro y como estos van a transformar las instituciones culturales dedicadas a su almacenamiento y conservación, lo que conduce a conjeturas sobre futuros cambios en los procesos cognitivos de la lectura y la escritura.
¿Que sucederá entonces con el valor material del libro como objeto simbólico ante la irrupción de lo virtual? Muchos lingüistas han considerado al hipertexto como el futuro del libro y de las bibliotecas ya que la tecnología electrónica conduce hacia una progresiva hipertextualidad. La forma más básica de hipertexto consiste en la cita textual, de manera que esta noción se liga en cierto punto con la textualidad dialógica de Bajtin: el hipertexto es un texto que conduce a otro, una voz que se conecta con otras voces. Los textos electrónicos permiten saltar rápida y fácilmente de un texto a otro y no responden solo al texto sino que a todo un conjunto de imágenes sonidos y escrituras de diversos orígenes: propagandas, fotos, videos, textos principales, secundarios y derivados, comentarios de usuarios, links, y que nos conducen a su vez a otros textos, imágenes, etc. De modo que nuestra lectura puede desembocar en otro lugar sin un versión textual acabada; en este contexto existe la posibilidad de elegir el camino de lectura y de los saltos textuales acorde a la conveniencia de cada lector.
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